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Senderismo Used - Bara - Fenales de Guara por klaus -- 03/10/2016
Jornada: (Una) --
(1532 visitas)
  • Zonas: ,
  • Duración sin descansos: 05:30
  • Meteorología: Sol
  • Dificultad: Muy facil
  • Días: 1
  • Num. Personas: 1
  • Tipo: Senderismo
  • Desnivel de subida: 750 metros
  • Desnivel de bajada: 750 metros
  • Distancia: 20000 metros
  • Agua:
  • Observaciones:
  • Gps: Sin fichero GPS


Used - Bara - Fenales de Guara  
Excursión circular para conocer alguno de los lugares emblemáticos en la cara norte de la sierra de Guara: la zona de campos y bordas de los Fenales, conserva una belleza intacta a pesar de que el tiempo haya derrumbado parte de los tapiales y el tejado de las cabañas; la ermita de Can de Used es un templo de origen remoto y románico que nos transportará a la época medieval, a pesar de su estado ruinoso y la selva de matorrales que la esconde; y el refugio de Fenales o Petreñales, siempre cuidado y limpio para uso de los montañeros, es de paso obligado en el ascenso clásico al Tozal. Parajes importantes para conocer la geografía de Guara y que se visitan en la presente ruta, con una primera parte del recorrido que avanza por el fondo del valle entre las aldeas de Used y Bara. Ya tardas en preparar la mochila...

DATOS TÉCNICOS:
-inicio, aparcamiento de Used a 1110m.
-duración, sobre las 6 horas en total.
-desnivel, 750 metros de subidas y bajadas.

DESCRIPCIÓN:
el vehículo lo podemos dejar en el aparcamiento sito al inicio de la pista al refugio de Fenales. También existe la opción de empezar la excursión en Bara, pero habría que conducir un poco más por la estrecha carretera y el tramo inicial de nuestra excursión, de Used a Bara, es un trayecto sin apenas pendientes de subida adecuado para estirar las piernas sin demasiado esfuerzo. A cambio, la pista de acceso restringido al pueblo de Used es una cuesta asfaltada pero de corta longitud. La aldea está deshabitada por lo general, con casas arregladas para uso y disfrute de sus propietarios cuando llegan los ansiados días de fiesta.

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Alguien debe cuidar el pueblo de manera regular porque no hay rastro de inmundicia y dejadez en los jardines de las casas, muchos con riego artificial para mantener húmedo el césped, con los tejados y fachadas sin boquetes ni grietas, y hasta los edificios de mayor antiguedad aguantan sin derrumbes de importancia. Aún así, la parte trasera de la aldea guarda más ruina y un matorral de zarzas donde este día sorprendí a un tejón corpulento que enseguida escapó, con una velocidad que impidió tomar una fotografía de este animal, siempre esquivo.

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A parte del tejón, durante la ruta sólo vi a un rebaño de ovejas en los prados de Fenales, y a un jabalí con su cría en los alrededores de Can de Used; soledades de Guara. Junto al arco de entrada a una era, un poste señala la dirección a Bara por el sendero GR-1, con las pinturas de color rojo y blanco típicas para estos caminos de gran recorrido. Cerca se levanta una borda de construcción recia y vasta, con su tejado inclinado de lajas de piedra en excelente estado, con fachada en mampostería y adobe. Una reliquia de arquitectura rural a proteger y conservar.

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Se me olvidada comentar que en el pueblo hay una fuente de obra nueva donde rellenar la cantimplora, con el detalle extravagante de que el pilón de desagüe es la antigua pila bautismal de la iglesia. Agua bendita sólo con apretar un botón.

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Los tapiales de piedras son muestra de asentamiento humano en el valle. Es habitual encontrarlos al entrar o salir de un pueblo, y ahora nos acompañan en el tramo de bajada del pueblo al barranco de Used. Crece una familia de álamos a la orilla de un torrente sin apenas caudal en este día de Otoño en el que sigue la escasez de lluvias.

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El vadeo del arroyo de Used es sencillo, un par de charcas en las que nadan los últimos zapateros de la temporada. El caudal de ríos y barrancos en el valle presenta variaciones acusadas según la frecuencia en las precipitaciones, con mucha agua en primavera que en ocasiones fuerza a descalzarse en los vadeos. Ahora el monte está seco y por desgracia no existen esos inconvenientes. La senda prosigue por la otra orilla, en una larga recta que avanza por un vallejo de poca sombra, con laderas vestidas de boj, erizones, aliagas, y enebro.

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El sendero llanea y hasta desciende, porque entre Used y Bara hay una pérdida de desnivel que ronda los 150 metros. A medida que se avanza en clara dirección este, el pinar gana terreno y asombra el camino con tramos de bosque cerrado de andar agradecido.

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Vamos junto a un reguero sin corriente de agua la mayor parte del año, y cuyo lecho cruzamos bajo la umbría de un pinar denso. Es un afluente del inmediato barranco de Cardito, que el camino deja a la izquierda formando un cascada bajo una poza de aguas verdosas, en un rincón muy apetecible para el baño y lo que se tercie. Lástima que en esta fecha no haya salto de agua y la badina contenga un volumen inferior al normal. En primavera será un espectáculo.

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Tras cruzar el torrente e ir un rato a la orilla del barranco de Cardito, la senda tuerce de nuevo hacia el este, entre tapiales de piedras y una pequeña explotación de colmenas.

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En torno a la hora y media cuesta el trayecto desde Used hasta las afueras del pueblo de Bara. Ahora el camino atraviesa la carretera de acceso a la aldea, donde termina el asfalto después de recorrer todo el valle. No hace falta entrar en Bara porque la senda, en paralelo a la carretera, alcanza un poste indicador que señala la dirección al Cabezo de Guara, una de las cumbres señeras del largo cordal de Guara, y que marca su límite oriental.

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La parte inicial de la senda al Cabezo se halla poco marcada, escasean los hitos de piedras y el trazado se pierde en el terreno de monte bajo. Aún así, la intuición nos guía por el rumbo acertado que sigue a las hileras de tapiales.

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De momento el sendero llanea e incluso pierde altura hasta llegar a la orilla del barranco de Cardito, siendo necesario vadear sus aguas con el inconveniente de no haber una pasarela de piedras o ayuda similar. En función del caudal, habrá que buscar por la margen del torrente el mejor paso para cruzar, o para los menos melindrosos, descalzarse y meter las patas en el agua como hacen los caballos de la zona.

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El barranco de Cardito y el de Used unen sus fuerzas un poco más adelante, antes de ceder sus aguas al río Alcanadre. La senda bordea el curso del torrente unificado que forma una sucesión de badinas en un pasillo flanqueado de pinares. Postal de un camino que pronto cruza el arroyo de Used, dejando un ramal a mano izquierda que marcha aguas abajo, para llegar de inmediato a un cruce relevante.

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En la imagen superior se ve el mojón de piedras como la señal que anuncia la subida a Fenales. De continuar recto por la trocha, a la vera del arroyo, saldríamos a la pista asfaltada de acceso a Bara. Hasta este punto apenas se han afrontado cuestas de mención, así que conviene tomarse las primeras rampas con relajo y templanza a fin de superar los 550 metros de desnivel sin pájaras imprevistas. Una serie de cortas lazadas al comienzo, animan a ir despacio y a apreciar las luces y sombras del bosque.

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Varios pinos que cayeron sobre el camino han sido serrados por la mitad para facilitar el paso, a montañeros y también a cazadores, porque durante la subida aparecen unas cuantas placas amararillas de coto de caza. El árbol predominante en el bosque es el pino royo, con ejemplares de quejigo y carrascas solitarias para acompañar y aumentar la variedad forestal. Ganada bastante altura, en los pequeños claros del pinar, se abre el paisaje a las lomas del valle y a la sierra de Lupera que vierte sus acantilados al barranco de las Gorgas Negras.

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Ya al final de la subida a los Fenales, dejamos un barranco profundo a nuestra izquierda mientras el sendero se incorpora a un carril más ancho.

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El camino sale a los prados de hierba a la altura de un corral con dos puertas de entrada, buena referencia si hacemos el recorrido a la inversa. Una débil traza de sendero continúa en ascenso entre las campas, en subida hasta una visible torreta de piedras y un poste indicador.

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Si vamos con tiempo y fuerzas, la opción de subida al Cabezo de Guara sería la guinda montañera a la presente ruta. Contar una hora y media para subir y bajar al pico, por el sendero o la pista que salen junto a la torre alta de piedras. En un día de anticiclón y cielo despejado, el panorama desde la cima del Cabezo abarca la primera línea del pirineo oscense, a parte de otras sierras exteriores y del prepirineo. Un mirador sensacional que esta vez dejamos para una futura ocasión, con objeto de continuar el recorrido previsto a través de los campos y casetas de los Fenales. Dos alternativas surgen para cruzar la alargada pradera desde su extremo oriental donde estamos, hasta su final junto al refugio montañero: la pista ganadera que avanza más pegada a la falda de la sierra, o bien por en medio de las eras herbosas sin camino definido pero con el rumbo claro. Se aconseja esta última opción a fin de observar in situ las construcciones pastoriles de la zona.

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El conjunto formado por los tapiales de piedra limitando los prados de hierba, donde pace el rebaño bajo la vigilancia del pastor; las terrazas escalonadas mediante taludes de hierba o espuenas, donde cultivar la mies y hortalizas; las bordas con sus muros de piedra seca y tejado inclinado de losas que todavía aguantan en pie; las descomunales matas de boj salpicando la mancha verde de las eras, hacen de los Fenales un modelo singular de aprovechamiento agrícola y pastoril, un paisaje armonizado con el medio natural, sugerente a la mirada y de alto valor estético.

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Atravesar a lo largo la altiplanicie de los Fenales es un paseo cómodo y vistoso, una bajada suave en la que disfrutar de pequeños detalles, como un hoyo o dolina herbosa en la linde de un campo, un ejemplo aislado del fenómeno kárstico que sobresale en toda su magnitud en los Llanos de Cupierlo; la meseta de vasta extensión situada algo más arriba, bajo las laderas del Cabezo de Guara y el Tozal de Cubilars, y de visita recomendable.

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Durante el trayecto a través de los campos, se cruzará un camino balizado con estacas verdes y mojones de piedras que escapa de los Fenales por su lado norteño. Es una forma de acortar el recorrido de la excursión, ya que permite un descenso rápido y directo a la pista que finaliza en el aparcamiento de Used. En este día, un gran rebaño de ovejas pacían en las inmediaciones de este camino, así que proseguí en la dirección de la pista hacia el refugio de Fenales. Cabe mencionar la posibilidad de ascender por el citado sendero hasta los Llanos de Cupierlo, por la falda vestida de matorral bajo y siguiendo las balizas de color verde.

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Siguiendo la traza de la pista se alcanza el refugio de Fenales, también llamado de Petreñales en algún mapa. Siempre está abierto, con una fuente aledaña que es imprescindible cebar para su disfrute, y con un interior dividido en dos plantas. La inferior hace de salón, con mesa y bancos de piedra, el hogar con su chimenea, y luego una estancia superior a la que se accede por unas escaleras, con una buhardilla que se emplea de dormitorio. Todo muy limpio y cuidado para bienestar del viajero.

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La pista describe una curva cerrada con peralte de hormigón, a la que sigue una recta en subida de vista despejada al refugio y al bosque de abetos que se refugia en la cara norte del Tozal. Después abandonamos Fenales tras un giro a derechas que cambia a la vertiente norte, de pinares, llegando pronto a un cruce señalizado hacia Nocito y Can de Used.

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Bien, el sendero desciende a base de cortas lazadas bajo el pinar, con la rareza de encontrar dos árboles empeñados en crecer bajo circunstancias adversas, de sequedad y exposición solanera. Un haya solitaria y un abete separado de sus hermanos, que más arriba forman un bosque protegido en el camino de subida al Tozal desde el refugio de Fenales: la Abetosa.

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El pronunciado descenso termina de repente al llegar a una zona llana de antiguos campos, ahora conquistados por el matorral de boj y erizones. Entre ellos se camuflaba este día una mama jabalí con su cría arruando al notar la mía presencia, y escapando ante el susto que también era mío. Demasiado fugaz para sacar una instantánea del encuentro. La fuente de la Paúl se hallaba por completo seca, cuando por costumbre lleva agua e incluso inunda el sendero con una riada en primavera.

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El sendero se ancha al llegar a una intersección señalizada con un poste. Dejamos las direcciones a Bentué de Nocito y Cañatas para otra vez, porque nos interesa el desvío hacia Can de Used que toma rumbo al este. El matorral lacerante de aliagas y espinos esconde la traza de un camino poco claro en su arranque. La ausencia de hitos u otro tipo de señales no ayuda a encontrar la exigua senda que avanza en línea recta. Es importante dar con ella para no liarse entre la maleza. Más adelante se pasa a una terraza superior, a la izquierda, para enseguida alcanzar las ruinas de la ermita de Can de Used, junto a unas placas de coto de caza y de espacio natural protegido; aquí cabe todo el mundo.

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La ermita formaba parte de un antiguo poblado que recibía el nombre de Aspés, asentado en esta llanura de campos con gran paisaje a las pedreras del Tozal de Guara. Es posible el acceso a su interior sin pelear con la maleza, por un estrecho pórtico que entra al espacio de una nave única sin techumbre. El arco del ábside es de clara influencia románica. La senda traída desaparece al llegar junto a la ermita, aunque resulta fácil la salida por su fachada meridional, dejando atrás el muro de tapial que circunda el templo. De esta forma, se conecta de inmediato con un carril ancho que tomamos a la izquierda. Se ven los surcos que dejan las ovejas al pasar en fila india por el prado.

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El carril de hierba conecta rápido con la pista que sale del aparcamiento de Used. El vetusto edificio de la pardina Zamora, en buen estado de conservación, se levanta en la confluencia de las pistas, bajo la altiva silueta del Tozal de Guara. En el regreso cometí el fallo de no tomar el atajo situado metros arriba de la pardina, creyendo que salía en la otra dirección, y no será por haber pasado decenas de veces por este sitio, así que bajé todo el rato por la anodina pista hasta desembocar en el aparcamiento junto a la carretera. Fin.

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