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- Hora de salida: 9
- Hora de llegada: 17
- Meteorología: Sol
- Dificultad: Muy facil
- Días: 1
- Tipo: Ascensión
- Gps: Sin fichero GPS
- Sin panorámicas
Bachesango (2256 metros)
El Bachesango culmina uno de los largos cordales desprendidos de la muralla de Tendeñera que descienden por una falda cubierta de bosque hasta la carretera del puerto de Cotefablo. La montaña hace de divisoria entre el barranco del Infierno y el puerto de Yésero, dos valles que discurren en paralelo y ocupados por majadas pastoriles en sus cabeceras. El uso ganadero de la zona fomenta la apertura de pistas que facilitan las tareas propias del campo, en tramos que pueden resultar largos y tediosos en caso de realizarlos a pie. EL recorrido circular propuesto en la subida al Bachesango obliga a transitar bastante rato por las citadas pistas, otras veces por senderos, y en la zona alta de la montaña se avanzará por laderas de tasca sin camino definido. Una subida que vence un desnivel importante, superior a los mil metros, pero sin encontrar dificultades ni asperezas en el terreno.
DATOS TÉCNICOS:
-inicio, carretera al puerto de Cotefablo, junto al puente sobre el río Sía a 1150m. de altitud.
-duración, de 6h a 6:30h en total.
-desnivel, 1150 metros de subidas y bajadas.
-Bachesango a 2256m.
DESCRIPCIÓN:
si en Biescas tomamos la carretera al puerto de Cotefablo, pasado el desvío al pueblo de Yésero, y justo antes de cruzar el barranco del Sía por un puente, hay un apartadero en el margen derecho para dejar el auto. El sentido de la ruta circular dependerá del antojo del caminante, escogiendo en este caso la pista que desciende del puerto de Yésero como trayecto de vuelta. Ahora, por lo tanto, se trata de andar un rato por el estrecho margen de la carretera, cosa de cinco minutos y en dirección a Biescas, hasta dar con el arranque de una pista que sube a una granja cercana.



Una señal y posterior barrera impiden la entrada a los vehículos que no dispongan de autorización. El ramal de subida a la nave ganadera no interesa, hay que proseguir recto por el carril principal que toma rumbo oeste, en paralelo a la carretera del puerto y con una pendiente en subida liviana.



El tramo inicial de pista resulta cómodo por su escasa pendiente, adecuado para ejercitar las piernas y entrar en calor. Es una recta larga con un par de curvas a mitad de su recorrido, manteniendo siempre una dirección que nos acerca a la cuenca del barranco del Infierno. A las casas abigarradas de Yésero les pone música de fondo el chisporroteo del tendido eléctrico, cables agarrados por torres de metal que por ventura pronto dejaremos atrás.


Cuando el faldeo ya parece en exceso largo y tendido, la pista se decide por fin a tomar rumbo norte y encara de frente a la montaña. Lo hace mediante una curva cerrada a derechas, en la que se distingue el inicio de un camino o atajo marcado este día por un hito de piedras. Quien sus escribe prefirió la seguridad de la pista antes de meterse en berenjenales de salida incierta. No vi otra señal o mojón de piedras que mas adelante señalará la incorporación de este atajo a la pista, si en verdad es atajo y no un camino con otro destino. Más arriba, el carril pasa junto a un abrevadero mientras ofrece un paisaje abierto a la muralla caliza de la sierra Tendeñera.



A medida que la pista se interna en el pinar, en la loma boscosa que hace de divisoria entre el barranco del Infierno y el del Puerto, la pendiente de subida aumenta en rampas donde el matorral invade las márgenes del carril. El firme también empeora a cada paso y la traza adquiere forma de trocha empinada, equipada con trampas de feromonas para capturar al barrenador del pino silvestre, un insecto que da muestras de su poder de aniquilación en varios puntos a lo largo de nuestro trayecto. Las acículas secas y marrones de los pinos delatan una muerte prematura que suele afectar a grupos de tres o cuatro ejemplares, poniendo una nota de color triste al verdor que es predominante en la fronda.



Superado el montículo pinoso del Corchatapino, la loma accede a una comba despejada de arbolado con vistas a la sierra Tendeñera y al monte Sarasé. Al decsubierto queda una canalización de agua que parece reciente dado el buen estado de las tuberías y sus engranajes. Las obras iban destinadas a captar agua del manantial de la fuente del Pino, por el que mas adelante pasaremos, y en su momento fueron objeto de controversia entre la administración pública, la CHE, y grupos ecologistas, tanto por el impacto natural en la zona, la pista fue abierta por este motivo y su gran anchura generó polémica, como por trámites burocráticos en forma de permisos. Ahora la cosa parece cerrada aunque todavía se ven desperdicios como mallas y tubos de hormigón rotos que sobran y nada pintan allí.




Con o sin respetar al medio natural, la pista se va cubriendo de una alfombra de vegetación que dificulta el avance, entre plantas de alto porte y zarzas que aconsejan el uso de pantalón largo.




El carril termina por desaparecer al llegar junto al barranco de la Canal y la toma de aguas de la fuente del Pino. Al antiguo abrevadero le acompañan ahora unos arquetas de hormigón y tubos de polietileno, algunos tirados en la cuneta a la espera de su empleo o retirada, en un rincón que tiene su atractivo a pesar de la obra ejecutada.



Al vadear el torrente del Pino finaliza la parte menos atractiva de la excursión. La pista da paso a una senda que se adentra en un bosque de pinos y hayas dispersas, una umbría muy gustosa que nos conduce a través de una larga recta a la loma de Corchata Ruata. El helecho crece en gran número al resguardo del pinar, y forma un pequeño bosquete de esta especie llamada felqueral por tierras del pirineo.


El trayecto por la senda termina pronto y sale a terreno despejado. Una loma de tasca abierta en el pinar en la que desaparece todo rastro de camino. La rampa herbosa es empimada, con el rumbo claro hacia la falda del Bachesango, y paisaje que se aclara a las montañas al sur de Cotefablo, a Erata y Pelopín.



Una vieja paridera con restos de tapiales y corral de piedras sirve de campo base antes de acometer las rampas definitivas a la cima del Bachesango. Dos horas de subida, o un poco menos, cuesta llegar aquí desde el inicio, en un majada de ganado con amplio panorama a las montañas del Serrablo.



A la paridera llegan caminos desde cada una de las vertientes que igual no pasan de ser trochas ganaderas. En cualquier caso el trayecto parece obvio, enfilar recto por la ladera que desciende del cordal del Bachesango. Como mayor obstáculo se encuentra una franja de pinar, con un sotobosque compacto de enebro muy pinchudo, que servidor no fue capaz de sortear por los lados y encaró de frente. Menos mal de llevar pantalón largo, porque las agujas del enebro fustigan que da gusto y el avance resulta farragoso.



Superada la barrera de pinar y chinebro, la pendiente no concede respiros ni tregua por una cuesta monótona de piso herboso. La típica subida de pisaprados sin mediar referencias ni caminos, de apariencia facilona pero que cansa y desmoraliza a partes iguales. Tomar descansos a fin de aliviar el resuello y contemplar el panorama.



De la majada pastoril a la cima del Bachesango hay 600 metros de desnivel a superar en poco espacio. La comodidad del terreno no exime de sudores y esfuerzo durante la subida, a salvar mediante lazadas imaginarias y con la recompensa del paisaje que se descubre al llegar al cordal, muy cerca de la Punta de la Sagueta.



El avance por el cordal se antoja cómodo y suave después de las rampas anteriores. Un paseo muy vistoso para recrear la mirada y alcanzar sin contratiempos la discreta cima del Bachesango.



En torno a las tres horas cuesta la subida a la planicie cimera del Bachesango. La larga muralla de la sierra Teneñera, de caliza grisácea y pinceladas ocres de arenisca, acapara nuestra atención y se convierte en la protagonista de nuestras miradas.



En contraste con la cara agreste y fiera de Tendeñera, a los costados se despliegan una serie cordales alomados y de formas suaves que confrman la primera línea de estribaciones pirenaicas, como Erata, Oturia, Suerio, y mas al sur Guara.



Al este destaca la esbeltez de la Peña Telera, en la sierra de la Partacua, con el barranco del Infierno y el monte Sarasé en primer término.

Despachadas las ganas de airearse, llega la hora de emprender el descenso hacia el puerto de Gavín. Un cordal ancho y cómodo de andar que nos acerca a las paredes de Tendeñera y al circo donde se alojan los puertos de Yésero.



A medida que perdemos altura la loma divisoria mengua en su anchura, con la presencia de unos cortados o canales inclinadas que se desploman por la vertiente oeste, la que da hacia la cabecera del barranco del Infierno. Por allí descubrí este día a un grupo de tres sarrios que huían despavoridos como si les persiguiera el Diablo. Un tramo final mas pronunciado nos deja a la altura del puerto de Gavín.



El descenso a la cabecera del barranco del Puerto, una extensa llanura rodeada por un circo de montañas, se realiza a base de cortas lazadas que dibuja una trocha de ganado. Es es único camino marcado por la inclinada ladera, aunque se puede bajar casi por cualquier sitio. El puerto de Yésero forma un rincón de hermosura pastoril, con las vacas paciendo en la hierba y el frontal calizo de Tendeñera como telón de fondo.



Sólo por estar en las praderas del circo merece la pena la excursión. Valdría como una ruta a parte, de media jornada, y sin duda el recorrido de bajada por el barranco del Puerto resulta mas atractivo que el camino empleado a la ida. Al final del verano todavía el torrente lleva caudal, con la oportunidad de refrescarse en sus regatos y disfrutar con las cascadas que se precipitan por su lecho, aunque será en primavera cuando las aguas fluyan con mayor empuje.



De la altiplanicie de prados habrá que sortear el resalte de la cascada por cualquiera de sus lados, casi mejor por la orilla izquierda orográfica, a fin de pasar junto a la cabaña pastoril que puede servir de cobijo o pernocta. La senda de bajada va por la margen derecha del torrente, a media altura con vistas a las gorgas y pozas que forma el barranco.



El dibujo del sendero se marca bien por una ladera a veces cubierta de altas hierbas. El cauce del barranco queda bastante abajo como para atreverse a descender a la brava, y pone complicado el darse un chapuzón en sus apetecibles badinas. Conforme se pierde altura los pinos cubren en mayor número las márgenes del torrente, incluso las hayas crecen y forman un bosque por el que se adentra nuestro camino.



La última parte del sendero atraviesa un bosque de hayas y pinos, de tránsito agradecido, hasta desembocar en otro refugio pastoril cercano al discurrir del torrente. La cabaña está, como la anterior, abierta y en estado aceptable para resguardarse. Aguas arriba, se puede investigar un rato por la orilla del barranco con ánimo de descubrir poza o similar que mitigue de los calores, o sirva de lugar para el almuerzo.



Al lado del refugio ganadero comienza la larga pista que nos llevará de vuelta a la carretera del puerto de Cotefablo. Pocos misterios tiene el recorrido, salvo disfrutar de la variedads de especies del bosque: pino, haya, abeto, abedul, acebo, fresno..., y aprovechar las escasas oportunidades de bajar al río. En concreto al llegar a una anchura en la margen izquierda de la pista, donde parece salir otro ramal que cruza el torrente en un vado donde saltan varias cascadas. Allí se comprueba porque el barranco sirve de entretenimiento a quienes gustan de los rápeles y el neopreno.




A mitad del trayecto pistero tenemos la oportunidad de rellenar la cantimplora en una fuente que según reza el cartel es obra de una asociación de cazadores, la del Paco. Mientras, la pendiente de bajada se mantiene constante y suave para llevar una marcha relajada, en charla insustancial o escuchando a las ráfagas del viento mecer el follaje de los árboles.



Y así despacito, iremos concluyendo la presente excursión, yendo des-pa-ci-to, y quizás entonado alguna canción del verano para que el tiempo corra mas deprisa, aunque nosotros marchemos des-pa-ci-to, y pen-san-do en la pe-da-zo de ja-rra de cer-ve-za de me-dio li-tro, que me voy a me-ter pa el cuer-pe-ci-co, na-da mas lle-gar al pri-mer bar que en-cuen-tre a-bier-to, pa-ra des-pués-ir con-du-cien-do muy des-pa-ci-to, no va-ya a pa-rar-me el con-trol de la guar-dia ci-vil y me de el al-to, y me ha-ga so-plar has-ta que se en-cien-da el chi-va-to, des-pa-ci-to, a ver si me sal-to mi bar pre-fe-ri-do, en el que ha-cen unos to-rrez-nos de mie-do, que de-jan el gaz-na-te se-co ,que ni pa fue-ra ni pa den-tro, y o-tra cer-ve-za, tra-la ri, tra-la-ra...


