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Suscribirse al canal contenidos Ascensión a el Oturia (1930 m) por klaus -- 22/06/2020
Vía: (Satué) --
(85 visitas)
  • Hora de salida: 15
  • Hora de llegada: 15
  • Meteorología: Sol
  • Dificultad: Muy facil
  • Días: 1
  • Tipo: Ascensión
  • Gps: Sin fichero GPS
  • Sin panorámicas
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Oturia  (1930 metros)
Croquis Sui Generis
Croquis Sui Generis
Excursión a Oturia con subida por Satué, descenso por Javierre del Obispo, y vivac cimero.

-DATOS TÉCNICOS:
-inicio, en el pueblo de Satué a 900 metros de altitud.
-desnivel, 1100 de subidas y bajadas.
-duración, entre 6 y 7 horas en total, sin contar descansos.
-Vértice de Oturia a 1920m.

-DESCRIPCIÓN:
en los meses previos al confinamiento pandémico me dio por renovar el material de vivac con la idea de estrenarlo en una travesía primaveral por la Sierra de Guara. El proyecto se fue al garete por el estado alarmante; paso el tiempo, y cuando el ministro tuvo a bien conceder libertad de movimiento, se buscó otro itinerario mas asequible y corto para evaluar las nuevas adquisiciones. Entre las alternativas eligiose la cima de Oturia para hacer noche ya que el abastecimiento de agua está garantizado por los alrededores, y además me estrenaría en estas lides de pernoctar en una cumbre.
La ruta de subida a Santa Orosia por Satué se halla bien sombreada y es aconsejable para los meses veraniegos. Una umbría perseguida y necesaria si emprendemos la marcha a las tres y pico de la tarde como aconteció esa jornada. El camino parte desde la trasera de la ermita de San Andrés, un ejemplo mas del románico del Serrablo en el que sobresalen los detalles típicos del ábside, con el friso de baquetones y los arquillos ciegos. Pronto la senda entra en el pinar y asciende mediante una sucesión de lazadas. Hay señales de pintura de un PR que no presenta dificultades en su seguimiento.

El sendero corta a una trocha perpendicular y continúa en ascenso por dentro del pinar. Mas arriba surgen los abetos que sorprenden por su tamaño y altura, unos bigardos mas propios de latitudes norteñas y vertientes húmedas del Pirineo francés. La transición del pinar al abeto es tan rápida e instantánea que uno se extraña de caminar ahora por una penumbra tan cerrada. Un Selba como se nombra a veces en el prepirineo a estos bosques de abundante fronda, ya sea de carrascas o de quejigos, o de estos abetos que adornan las orillas del barranco de las Gargantas. El camino vadea el cauce del torrente junto a una pequeña badina, rincón que aloja carámbanos en invierno y en aquella tarde calurosa a este sufrido montañero que aprovechó las aguas para darse un remojón.

Una de las virtudes de este camino de Satué es la cantidad de plantas rupícolas que habitan en las paredes de conglomerado de la montaña. La Oreja de Onso y la Corona del Rey sobresalen del resto por sus llamativas flores color púrpura y blanco que atraen la mirada del caminante. Abundan en la pared alargada que sigue tras vadear de nuevo el barranco de las Gargantas. Luego viene un tramo de menor pendiente en el que andamos a la vera del torrente, siempre bajo el follaje de los pinos y los abetos.

La parte última del bosque se aclara mientras remontamos el arroyo poblado de erizones. Una rampa de hierba nos saca a la meseta de prados de Santa Orosia, quedando cerca un manantial o surgencia donde proveerse de agua. Varios carteles anuncian la ruta procedente de Javierre, y a pesar de que se podría abreviar yendo directos a la falda de Oturia, preferí dar un pequeño rodeo a fin de visitar la ermita de Santa Orosia y mas en concreto los surtidores de su fuente.

Un vez cruzado el pinar y sus campas mediante una diagonal, arribé a la ermita y al refugio de Santa Orosia. Los dos edificios permanecían cerrados a los visitantes, pero como a servidor no le interesaba ponerse a rezar ni pensaba en buscar cobijo, me entregué a la faena de rellenar las cantimploras con el agua de la fuente. La idea, en esta ocasión peregrina, de hacer noche en una cima, requiere de una previsión y provisión de agua a fin de un mejor pasar el bocadillo de jamón, de magras, o de pechuga de la cena, y a su vez para luego combatir la sequedad del gaznate. Mas adelante, durante la subida a Oturia, descubriría otro punto donde abastecerse de agua, en el abrevadero y fuente de San Cocoba. De momento tomé un respiro en la bancada de la ermita y aproveché para merendar.

La pista se dirige hacia la base de Oturia y dibuja una curva a derechas. Mas adelante se toma un atajo que pasa al lado de un depósito vallado de agua, es la manera de acortar una lazada del carril mediante un sendero que a ratos se difumina entre la espesura de los erizones. Al retomar la pista se continúa hasta el abrevadero y refugio de San Cocoba. La cabaña se halla escondida debajo del carril, con la puerta abierta y un interior sucio que sólo invita a guarecerse en caso de tormenta. No tomé agua del caño del abrevadero porque llevaba las cantimploras llenas de la fuente de Santa Orosia.

Ahora se trata de ascender por encima de la cabaña, abandonando la traza de la pista, a fin de incorporarse a una trocha que remonta la cara sureste de Oturia. Allí encontré a un grupo de vacas separadas del rebaño principal que me miraron con cara de sorpresa. Durante toda la noche hubo una serenata de cencerros ya que las reses pastaban en un cercado próximo, en la falda norte del monte y unos cien metros de altura por debajo de la cima. Por fortuna no les dio por subir a contemplar el panorama desde el vértice.

Los mojones de piedras indican la tenue senda que se adentra en el matorral de erizón, en el que crecen pinos jóvenes de escaso porte. Una cuesta vestida de maleza atraviesa de nuevo el carril para mas arriba salir al hombro mullido de Oturia. Piso de tasca amable en el que se dibuja el sendero de acceso al vértice geodésico.

Las rachas de viento me hicieron dudar a la hora de elegir la ubicación del vivac. Soplaba del sur y al lado del vértice se notaba bastante su fuerza. Luego, conforme llegaba el atardecer y se ponía el Sol, las ráfagas perdieron velocidad y establecí el campamento en una pequeña depresión bajo el pilón geodésico. Ya suele ocurrir que el viento amaina cuando el sol se esconde y así sucedió en aquella tarde que tocaba a su fin.

Era la noche anterior a San Juan, así que el Sol se demoró y tardó un buen rato en esconderse detrás de la Sierra dentada de la Partacua. Las luces de Sabiñánigo, de los pueblos de alrededor, de las aldeas desperdigadas por los montes vecinos o lejanos, el alumbrado de Jaca, se fueron iluminando casi a la vez en un espectáculo previo a la llegada de las estrellas. Mas acostumbrado a vivaquear en ibones pirenaicos donde sólo las estrellas alumbran la noche, el contemplar ese rosario de lucecitas en el fondo del valle fue una novedad que me hizo mirar con mas detenimiento al suelo que al cielo, intentando reconoce los pueblos diseminados por la redolada.

La noche se presentó con mucha humedad, desperté con la funda de vivac empapada, y lo que es peor con el saco de dormir mojado. Nunca había dormido, o intentado, en un saco de plumas y dicen que no conviene exponerlo al agua ya que pierde su capacidad de dar calor. Por suerte la tela exterior del saco retuvo la humedad del rocío y no caló por dentro. Igual tengo que renovar también la funda...esto del monte genera mucho gasto.

Puse a secar el material con los primeros rayos de la amanecida, mientras tomaba un desayuno frugal y me solazaba con el increscendo de las luces de la matina.

El descenso lo realicé por la loma oeste de la montaña, una ladera inclinada pero carente de obstáculos. Mas abajo empalme con el trazado del GR-16 que supongo viene de Susín (balizas), aunque pronto lo abandoné en pos de la Mallata de Javierre. No hace falta llegar a la misma porque en la vaguada inferior se halla el desvío del camino a Javierre, al lado de una balsa y una fuente que puede servir para abastecerse de agua.

La senda a Javierre traza una media ladera en dirección a unos campos aterrazados situados al norte. Su traza pierde definición cuando atraviesa los prados y es fácil perder el rastro. Aparecen escasos mojones de piedras a fin de orientar en el rumbo correcto, en un tramo previo a la entrada del bosque que puede despistar al caminante. Ese acceso al bosque estaba señalizado aquel día con un par de hitos cual si fuera una puerta de entrada.

El camino se vuelve mas evidente cuando entra al bosque, donde los pinos royos y las hayas acompañan el primer tramo de bajada. Aparecen viejas pinturas del PR y otras nuevas con forma de tablilla. Incluso se vieron ominosas cintas de plástico colgando de los pinos como señales de un camino que parecía no coincidir con el de bajada a Javierre. Supongo que las quitarán cuando haya terminado el motivo de su colocación, porque hacen feo y estorban.

El descenso será continuo hasta entrar en Javierre del Obispo, bajo la sombra de un pinar que se va aclarando en las partes bajas de la ladera. Durante la marcha se pasará junto al desvío, señalizado con hitos de piedras, que baja por la vertiente del barranco y Solano de Ipe, una alternativa distinta que también nos dejaría en Javierre. Este día siguiose el PR principal por un terreno rocoso y unas revueltas que alargan la llegada al pueblo.

A Javierre se entra por una pista de tierra que luego pasa a estar asfaltada y vertebra las casas del pueblo. Alguna presenta fachada típica de borda, otras son de arquitectura mas moderna, en un rincón apartado del Serrablo que transmite paz y sosiego. La iglesia no forma parte del conjunto de ermitas románicas de la zona ya que su construcción es del siglo XVIII.

Hay que caminar un rato por la carretera de acceso a Javierre, rebasar la zona de columpios, y tomar luego el desvío señalizado a Satué. De inmediato se vadea el cauce del barranco para a continuación subir una cuesta erosionada según indican las balizas del GR. Queda el tramo final que linda con los campos de labor, entre un matorral espinoso que necesita de un desbroce para llegar al apartadero donde comenzó la presente ruta.












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