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Senderismo Bara, Nasarre, Gorgas Negras por klaus -- 18/10/2016
Jornada: (Una) --
(467 visitas)
  • Zonas: Prepirineo de Jaca — Serrablo — Guara — Riglos,
  • Duración sin descansos: 03:30
  • Meteorología: Sol
  • Dificultad: Muy facil
  • Días: 1
  • Num. Personas: 1
  • Tipo: Senderismo
  • Desnivel de subida: 300 metros
  • Desnivel de bajada: 300 metros
  • Distancia: 10000 metros
  • Agua:
  • Observaciones:
  • Gps: Sin fichero GPS


Bara, Nasarre, Gorgas Negras  
Croquis Sui Generis
Croquis Sui Generis
Excursión breve para realizar en una mañana o tarde, con salida en Bara donde finaliza la carretera que atraviesa el valle de Nocito. Primero iremos hasta el pueblo de Nasarre por el antiguo camino del GR-1 para luego descender a la entrada del barranco de las Gorgas Negras; el regreso a Bara lo haremos por el mismo lecho del río Used, siempre que el caudal lo permita.

DATOS TECNICOS:
-inicio, en Bara a 950 metros de altitud.
-duración, entre 3 y 3 horas y media, en total.
-desnivel, 300 metros de subidas y bajadas.

DESCRIPCIÓN:
llegar a Bara requiere de paciencia al volante ante el trazado revirado de la carretera, más cuando te encuentras un camión delante que casi ocupa toda la calzada como aconteció este día. Los que venían de frente se llevaron un buen susto, y por fortuna el camión quedose en Nocito, teniendo el resto del viaje la vía expedita y sin obstáculos. Hay una fuente al lado de la carretera, pasado el pueblo de Used, por si queremos rellenar la cantimplora, y un reducido aparcamiento a la entrada de Bara para dejar el vehículo. Una densa niebla envolvía el pueblo a primeras horas de la mañana, creando un atmósfera mortecina y pálida muy apropiada para la somnolencia propia y del entorno. No se veía un alma vagando entre las calles vacías de Bara, con las casas cerradas y alguna puerta chapada con una lámina de metal. Al principio, seguí las indicaciones del GR-1 en dirección a Nasarre según ponía en el cartel

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Las pinturas del GR se cuelan por un pasillo bordeado de tapiales de piedra, uno mas de los bellos ejemplos de construcción rural que se encuentran en esta zona norte del parque de Guara, a la salida o entrada de los pueblos. Una recta armoniosa que conduce a la orilla del río Alcanadre, donde vi una cabaña alzada por columnas de madera como si fuera un granero o un hórreo, junto a unos álamos de esbelto fuste y hoja amarillenta de Otoño.

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Aquí fue cuando la espesura de la niebla se me pasó a la cabeza y comenzaron las vicisitudes para hallar la continuación del camino. Hay que vadear el cauce del río, sin ayudas artificiales, a fin de seguir el trazado del GR-1 que prosigue recto entre tapiales. La temperatura fresca del agua y la ausencia de piedras que evitaran el remojón de pies, me llevaron a buscar una alternativa más favorable. Tener en cuenta que en condiciones normales, la corriente de agua tendrá cierta altura y será un impedimento mayor al de este día de fuerte estiaje. El espeso matorral de la orilla me animó a volver al pueblo por el pasillo de tapiales, con la esperanza de encontrar una pasarela de cuya existencia tenía noticia, situada aguas arriba del cruce del GR-1. Curiosamente, nuevas marcas de pintura bajan del pueblo al río por otra calle hasta llegar a los restos de lo que fuera pasarela.

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Solo aguantan en pie los pilares de la construcción, y es de suponer que una riada se llevó por delante el tablero elevado de madera. Aún así, pude cruzar el río sin descalzarme y en la otra margen tomar un camino en subida que no llevaba a parte alguna. Nueva decisión errónea y a volver otra vez sobre mis pasos. Por fin, tuve la suerte que no pericia, de caminar junto a la orilla izquierda del Alcanadre hasta el encuentro con el pasillo de tapiales del GR-1, ya salvado el río y recuperada la traza del camino.

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Fue recuperar la traza del camino y desaparecer la espesura que nublaba mi orientación, al mismo tiempo que la bruma despejaba de su blancura a los campos del pueblo. Este principio del sendero exige de atención a la hora de seguir las marcas de pintura, pues se dibuja poco en el terreno. Otra referencia buena son los muros de tapial que bordean el GR-1 hasta entrar en el bosque, donde la traza se torna evidente.

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Uno de los detalles del paisaje que sorprendían esta mañana eran las telarañas, en un número tal que vestían a matas de boj y aliagas, y otras colgaban enormes sobre las ramas de los quejigos.

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El antiguo camino entre Bara y Nasarre conserva su empedrado en varios tramos, y pasa junto a una borda en ruinas con su campo invadido de maleza y vegetación. Se cruzará un estrecho reguero de hierbas altas, viendo el enorme tapial de piedras que circunda el prado.

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El sendero describe una serie de lazadas para ganar altura, y así superar una loma cubierta de pinar con sotobosque de erizón y bojes. Por encima del arbolado, un poste indica un cruce fundamental en nuestro recorrido.

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El desvío de bajada a las Gorgas Negras lo dejamos para más tarde; ahora seguimos recto en ascenso hacia Nasarre, por una vereda amplia con vistas a la desolada y pelada sierra de Lupera, y a las paredes del Cabezo de Guara que se desploman sobre el cañón de las Gorgas Negras.

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Nuevas hileras de tapiales anuncian la llegada al despoblado de Nasarre. El camino atraviesa por en medio de casas en ruina, con las fachadas perdiendo trozos de su mampostería y pegotes de su encalado, tejados derrumbados, entre un matorral que invade todo menos la calle principal por donde andamos. Una calle larga que muestra el amplio terreno que ocupaba el pueblo, y que nos conduce al edificio mejor conservado y joya actual de la localidad: la ermita románica de San Andrés.

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La restauración del templo le ha dado una solidez y consistencia que es de esperar dure muchos siglos. A pesar de la distancia que lo separa de las ermitas románicas del río Gállego, su influencia es obvia en la decoración del ábside, con su de friso de baquetones y arquillos ciegos. Un exterior sobrio y sencillo que armoniza con la austeridad de Nasarre y su entorno.

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Al interior se entra por una puerta sin cerradura que da acceso a una nave única, de paredes encaladas y exenta de decoración. La torre pertenece a una época posterior, al siglo XVII, y gracias una portezuela de madera situada en su muro sur se accede a una escalera interior que sube al campanario. Ya no hay campanas, pero a cambio se obtiene un paisaje amplio hacia el Pirineo y al Cabezo de Guara desde los ventanales.

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El lugar y su tranquilidad se presta a un almuerzo reposado. Cerca de la iglesia de San Andrés parte un camino señalizado a los pueblos de Miz y Alastrué, con unos horarios estimados para el recorrido que no parecen ajustarse a la realidad, sobre todo en el caso de Alastrué.

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Una vez visitado Nasarre y su ermita, toca desandar el camino hasta el cruce a las Gorgas Negras. Aparecen pinturas verdes al inicio de este sendero, con un primer tramo suave y en balcón sobre la abrupta entrada al barranco, destacando los farallones verticales del Cabezo de Guara.

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El descenso se vuelve más pronunciado a medida que nos acercamos al barranco, rodeados de un pinar en el que no asoma una minúscula seta dada la escasez de lluvias de este Otoño. La larga recta finaliza en un giro a izquierdas, la primera de una serie de curvas que dibuja el ancho camino en su bajada al río, con frecuentes hundimientos en el terreno que obligan a andar por los laterales.

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Al llegar a la orilla del río Alcanadre descubrí el cadáver de una cría de jabalí, supongo que fallecida por muerte natural y no a causa de las batidas de caza que se celebran por la zona. Fue el primero de estos animales que vi durante la excursión, el resto de los encuentros sucedieron con ejemplares vivos de un tamaño a veces colosal. No hace falta vadear las aguas del barranco, porque un evidente sendero avanza por la margen izquierda entre restos de tapiales.

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La vegetación cierra el paso por nuestra margen del río y obliga a cambiar de orilla, como indica una marca de pintura verde. Estos vadeos implicarán cierta pericia al saltar de piedra en piedra, y en momentos de abundante caudal a descalzarse y a lucir pantorrilla. Pronto se alcanza un cruce señalizado por un poste, donde se marca el camino de vuelta a Bara y que es utilizado como vía de acceso por los barranquistas que adentran en el tramo de las Gorgas Negras. Justo aquí unen sus cursos el Alcanadre y el río Used, con su lecho anchuroso de roca pulida. Un poco más allá se encuentra la poza que señala el inicio del barranco.

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En función del agua que baje por el Alcanadre, en este día por desgracia muy poca, se puede bordear la poza inicial con cuidado y avanzar un rato por la orilla del barranco. Una breve incursión porque enseguida aparecen estrecheces que obligan a llevar material adecuado. Aún así, el entorno es curioso, tranquilo en invierno a pesar de que este día tuve un encuentro fortuito y extravagante, y la badina ofrece un buen chapuzón en caso de haber calores.

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Para el regreso a Bara se propone una alternativa mas larga y amena que la señalizada como normal, siempre que el caudal de agua del barranco de Used lo permita. Se trata de andar por el lecho de este último río, un pasillo largo y ancho de suelo plano, con una lámina superficial de agua que no impide el avance. La suela de la bota agarra bien sobre la roca pulida y no desliza, teniendo la única precaución de no meter la pata en algún charco.

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Las orillas del río están protegidas por un cerrado pinar desde un lado, y de lajas inclinadas de roca por el otro que obligan a marchar por dentro del cauce. Un paraje curioso donde el tramo final del barranco de Used, se estira en una larga recta hasta desembocar en el río Alcanadre. Luego vendrán una serie de curvas en su discurrir, con pequeñas badinas para refrescarse y tal vez encuentros con la fauna acuática del torrente. La superficie lisa del barranco desaparece en favor de un suelo pedregoso y charcas, que complican algo más el avance. Por suerte, aparece por la derecha una trocha evidente, varios mojones de piedras la indican, para andar cómodamente por las orillas.

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El camino avanza junto al barranco y cambia de orilla en numerosas ocasiones, incluyendo un corto tramo de marcha por el mismo cauce. En esta parte de la excursión destacaba la paleta de color otoñal de unos álamos, con sus vestidos anaranjados sobre el uniforme verde del pinar. También crecían unos quejigos de gran porte con sus hojas amarilleando. En cuanto a la fauna, tuve la oportunidad de ver a un enorme jabalí que bajaba a beber al río, y por su instinto natural de supervivencia, huyó con una prontitud y velocidad que impidió tomar una fotografía. Menos mal del instinto, porque llega a tener hambre y ahora no estaría escribiendo estas líneas...

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El tramo acuático de la excursión finaliza en una marcada curva a izquierdas, donde el sendero se incorpora a otro que tomaremos por la derecha. Es un camino que sale de Bara y asciende a los prados de Fenales, en la ruta señalizada de subida al pico del Cabezo de Guara y que usaremos para volver al pueblo. Tras una breve cuesta, tendremos una vista frontal del barranco de Used.

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Muy pronto se cruzará el barranco de Cardito, en un vadeo que se efectúa a pata y quizás entrañe dificultades si lleva bastante caudal. No era el caso en este día, y ya en la otra orilla, los hitos de piedras marcan el camino de vuelta a Bara, entre el pinar y nuevos avistamientos de jabalíes.

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Los tapiales de piedras acompañan al sendero que baja hasta llegar a la conexión con el GR-1, señalizado por un indicador con el letrero al Cabezo de Guara.

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Antes de volver al aparcamiento en la entrada a Bara, se pasa junto a un antiguo peirón o crucero, frecuentes a la salida o entrada de los pueblos del valle. Un indicador señala el camino hacia las Gorgas Negras que hemos sustituido en nuestra excursión por la variante del barranco de Used. Y así ponemos punto final a otra jornada de esparcimiento por las periferias de la sierra de Guara.

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